Esta mañana desperté cansado, por causa de dormir tarde.
Tenia varios días ya sin hablar con el, si hubiese sabido que hoy al levantarme, lo primero que leería: “Murió el maestro” no hubiese esperado para llamarte.
Enrique Chao, es el nombre de un director, dramaturgo y actor de República Dominicana galardonado con varios premios y reconocido como uno de los pilares de las artes escénicas en el país.
Para mi no, al menos no fue solamente eso.
En el año 2014 conocí a un hombre, quien me enseñaría no solo las pautas básicas para poder actuar sobre las tablas en un teatro o frente a una cámara, si no, también a un maestro que compartió conmigo y mis compañeros parte de su vida y que abrió la puerta a la esperanza nueva vez por causa del amor a enseñar este arte.
Con sus inacabables historias, su infinita sonrisa y corazón de miel, se escondía tras una coraza de insultos relajados, rabietas jocosas y cariño muy peculiar, se hizo un espacio en cada alma que se acerco a el de manera especial.
Fueron tantas las risas, tanto lo que aprendimos de la vida, del teatro, del arte… Cinefilo y teatrero empedernido, con un vicio de consumir y compartir lo que mas amaba.
Su pierna “Jodona”, sus ataques de ira, sus palabras sinceras y su personalidad única, serán recordadas por cada uno de los que sin mas, aprendimos a quererlo.
Tantas ideas, tanto conocimiento y tanta creatividad, toda esa energía que destilada.
Creyó en mi, me dijo que podía hacerlo; que podía actuar.
Me llamo su hijo preferido, su hijo querido. (Aunque se que no era el único en esta categoría)
De camino al trabajo y haciendo mi mejor actuación hasta ahora, tratando de no desplomarme de la tristeza, me fijaba en todas las personas que seguían sus vidas normalmente, me dieron ganas de gritar: !Murió un gran hombre, murió alguien muy importante! pero recordé que a él no le gustaba que lo Jodieran mucho. ☺
Mucha gente seguro pensará que él no tenia familia cercana, que estaba solo por que vivía solo, pero no saben cuanto se equivocan, Enrique Chao tenia una familia enorme y sus momentos felices se reducían a estar con esas personas y hacer lo que lo apasionaba: Estar en el teatro.
Sus estudiantes, amigos, compañeros…compartir con nosotros era algo muy especial para él, decía:
“Estos son los momentos que debo atesorar para mi”
Después de luchar junto a su madre para vencer aquella enfermedad que ella portaba, no le quedaba muchos deseos de hacer… y algo que me llena el corazón de alegría al recordar su voz diciendo un día:
“Ustedes, grupo de mojones, son la razón de que yo volviera a tener ganas de salir de casa. Me alegran los días”
Papá oso se a ido, pero quedamos muchos ositos de colores diversos, para atesorar, recordar y dar de lo que él nos dió.
Un abrazo de oso, Enrique…maestro, de parte de su hijo (No puedo decir como me llamaba) y de todo el grupo de su taller 2014-2015
Le amamos y se que todos sentimos la misma pena y que reiremos siempre que lo recordemos como una pieza que metimos en nuestras vidas sin apenas darnos cuenta y que se volvió importante.
“HASTA SIEMPRE”
“PAPA OSO”